OLULA DEL RÍO
¡¡ Ya están aquí las fiestas !!
Víspera de San Sebastian. Diez de la noche. Las campanas de la Iglesia de San Sebastian anuncian a todo el pueblo que comienza la noche de las carretillas. Los vecinos van apareciendo para lanzar los cohetes rastreros. Habrá que cerrar las puertas y ventanas para protegerlas del fuego y la pólvora.
Olula del Río es escenario todos los años de una curiosa fiesta en la que: la pólvora, el fuego, el alcohol y el desenfreno son sus principales protagonistas.
La Peña de San Sebastian es la encargada de la organización de las fiestas en honor a sus Patronos: San Sebastian y San Ildefonso.
Las fiestas se celebran con los actos repetidos dos veces en la misma semana, primero en honor de San Sebastian y después en honor de San Ildefonso. Unas horas antes de la noche de las carretillas comienza la actividad en Olula cerrando puertas y ventanas y protegiéndolas del fuego y de la pólvora, que a partir de las diez de la noche se convertirán en testigos de excepción. Los fuegos artificiales y las campanas de la Iglesia de San Sebastian anuncian a todo el pueblo el comienzo de la “noche de las carretillas”. Una noche de luz, de pólvora y de exaltación del fuego, en la que arderán miles y miles de carretillas dando a Olula del Río un aspecto mágico, deslumbrante, lúdico y extraordinariamente festivo, que nadie que la viva intensamente jamás podrá olvidar.
¡¡ Todos a la calle!!
Poco a poco van apareciendo los vecinos, hombres y mujeres de todas las edades que participarán en la fiesta lanzando las carretillas; van especialmente preparados: gorras, gafas, pasamontañas, cascos protectores, botas, ropa de lona, etc.
La fiesta comienza a las 10 de la noche en las Cuatro Esquinas, desde aquí la imagen de San Ildefonso (cariñosamente llamado San Alicuqui desde tiempo inmemorial) será portado a hombros por todo el pueblo, entre los lanzamientos de miles de carretillas, unos cilindros repletos de pólvora y de partículas de titanio que arden con una gran luminosidad y desplazándose vertiginosamente de un lado a otro, arriba y abajo, en todas direcciones describiendo una auténtica fiesta de fuego y de luz. Una fiesta grandiosa, colorista, fantástica, una fiesta para vivirla, para compartirla, para gozarla.
La fiesta de las carretillas se prolonga hasta las seis o las siete de la mañana en medio de una auténtica algarabía. Esta es una noche diferente, mágica, misteriosa, cargada de significado ancestral donde la gente baila una extraña y solemne danza al son de la música del fuego y la pólvora. Un ambiente embriagador del que resulta imposible abstraerse.
Olula no descansa, al compás de los gases, de las explosiones, de los fogonazos multicolores, de las vertiginosas carretillas surcando con su baile caprichoso el cielo a estas horas ciertamente contaminado por la cantidad de humo y y el olor embriagador de la pólvora quemada en la noche bruja de Olula del Río.
“Misteriosa ceremonia”
En muchas calles hay hogueras encendidas. Suelen ser lugar de descanso para la procesión y para reponer fuerzas. Al calor de la hoguera se asa chorizo, morcilla, papas, tocino, etc, se bebe buen vino y se comentan las posibles incidencias de la fiesta. Muchos carretilleros muestran en sus rostros, en las manos o en sus cuerpos las heridas y quemaduras producidas por la apocalíptica y sublime diosa de la noche: la carretilla. Es la ceremonia del rito pagano donde al fuego se le considera capaz de purificar y vivificar todo lo que toca.
Al amanecer ya, el olor a pólvora, el humo, la soledad y el silencio hacen dueños de las calles y plazas del pueblo.
Tras el fuego cargado de fuerza y de sentido, los carretilleros; héroes de la noche, descansan tras la épica batalla librada contra la pólvora y el alcohol. A las pocas horas los carretilleros saludarán al nuevo día con vivas a los Santos, lo que les inyecta nuevas energías a los cuerpos vencidos que, milagrosamente se recuperan para asistir a la Procesión de los Roscos, no menos lúdica y de belleza plástica sin igual. Ahora el fuego no es protagonista, de día, lo es el pan en forma de roscos. De 15.000 a 20.000 lanzados desde balcones y terrazas al paso de San Sebastian y de San Ildefonso. Responden a promesas pedidas a estas divinidades. La tarea de los carretilleros es conseguir el mayor número de roscos posible y recibir algún premio por parte del Consistorio que incentiva así la recogida de roscos. Conseguir una rosca grande e intacta se considera trofeo especial. Cuando se recogen la Imágenes en el templo, es tradicional que un par de personas de la Peña repartan a trocitos las roscas que han adornado a los patrones. Estas roscas están bendecidas y todo el pueblo cre que es bueno espiritualmente tener este pan en casa durante todo el año.
AÑO 2.005
Anselmo REQUENA
Antonio DURÁN
Evaristo JIMÉNEZ
Información Recogida por Juan Sánchez. 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario