domingo, 29 de junio de 2014

DEMÓCRATA

 OLULA DEL RÍO

JOSÉ MANUEL TORRES ROLLÓN
(Maestro, Abogado y Político en la Transición Dictadura-Democracia)

Decía que decían, y él así lo creía, que no era un hombre político. Pero él no decía que decían que era un hombre honrado y honesto hasta la saciedad. Lo demostró durante toda su vida; una vida truncada demasiado pronto por la enfermedad en el tránsito de 1.993 a 1.994.
Infancia en Olula del Río. Político honesto, coherente y demócrata, el senador de la extinta Unión de Centro Democrático por la cicunscripción de Almería, José Manuel de Torres Rollón, anduvo su infancia lejana junto a sus padres y sus tres hermanos entre los parrales almanzoreños de Olula del Río. En su inquieta juventud, esta figura señera de la abogacía almeriense admiró a Celia Viñas y abrazó el Magisterio, con el que impartió sus primeras lecciones a los hijos de los campesinos y labradores del Barranco de Quiles, un ramillete de pétreas casas colgadas en las riberas de la rambla del mismo nombre, perdido en la geografía local de los años de potguerra, y surcando por senderos de alpargata, en Oria (Almería). Ya entonces rumiaba códigos y textos en voz alta mientras paseaba el huerto orialeño de su estancia familiar.
Tras los estudios de Derecho llegó la Abogacía: pasión y vocación. Pero también habitó en su espiritú trabajador la vocación periodística, descartada después de las mordazas de la censura a sus críticas de cine y otras publicaciones. Brillante jurista durante 42 años de ejercicio profesional, siempre tuvo un profundo respeto a la Justicia. Respeto no correspondido por la actividad política hacia su persona. Senador por Almería en la primera Legislatura (1.979-1.982), José Manuel de Torres Rollón obtuvo el mayor número de votos (74.207) del grupo de senadores almerienses, tras José Fernández Alemán. Pero la ilusión, el entusiasmo y el deseo de servir a su tierra almeriense, a la que tanto amó, desde su escaño parlamentario, quedaron frustrados en una quimera de siete meses.
DECISIÓN EJEMPLAR. Los conflictos internos de la UCD almeriense, surgidos por la falta de respeto a las decisiones de las bases, la carencia de democracia interna y el dirigismo de algunos sectores del partido con anulación de actos democráticos exasperaron la paciencia benedictina de los dos senadores que más claro tuvieron que aquel partido no era la organización democrática que se merecían los afiliados y la sociedad. No titubearon José Manuel de Torres Rollón y Ramón Ponce cuando aquella tarde septembrina de 1.979 enarbolaron el “honor y la conciencia” como razón de su renuncia a las actas de sus escaños en la Cámara Alta, en las sendas cartas personales que remitieron al entonces Presidente del Senado. Dos meses después, el día 16 de noviembre del mismo año se hizo efectiva la baja en la Cámara. En una entrevista radiofónica con José Luis Masegosa, José Manuel Torres Rollón matizaba sobre las razones de su decisión: “Lo que sé es que durante 30 años he estado en el ejercicio profesional de la abogacía. Tengo un respeto profundo hacia la Justicia y tengo un respeto profundo a jugar limpio con la Democracia. Creo que la Democracia debe de ser de verdad. Creo que debemos entendernos los 37 millones de españoles; creo, por supuesto, que a través de toda la discusión nos viene dado al menos lo más aproximado a la verdad y a la realidad. Y por supuesto, que este país debe ser para 37 millones de habitantes y no para 3.000, 300.000 ni 3.000.000,….para todos y a través de una auténtica justicia social”. En esta misma conversación clamaba Torres Rollón “…Esta tierra nuestra que ha estado colonizada y dominada durante siglos…y pensaba y pienso que de una vez para siempre todas las estructuras debían y deben ser democráticas….”
Frente a las críticas malintencionadas de algunos dirigentes de la UCD acerca de la decisión ejemplar y nada frecuente de los políticos almerienses, el senador Torres Rollón suscribía: “Por mi profesión, por mi forma de ser, por mi talante, cualquier persona es respetable. Sin embargo, la filosofía que cualquier persona pueda tener yo puedo compartirla o no. Es muy legítimo y hay que admitirlo….” Tras la experiencia activa de la política, José Manuel de Torres volcó de nuevo sus energías en su profesión, y como evocara poco después de su muerte José María Requena “habrá, ojalá, quien pueda llegar a hacerlo tan bien como él, pero es claro que nadie lo hará igual, con esa personalidad única e inimitable, aglutinando a la más fina sensibilidad y profunda pericia jurídica, una exquisita, afectuosa, cordial y sencilla relación con los colegas, los justiciables y los justiciadores, amistosa siempre que existiera rectitud y respeto, dura e intransigente cuando vislumbrara siquiera la inequidad”.
La ley, el derecho y la justicia fueron siempre fieles compañeros de este infatigable defensor de la paz y de la justicia social, al igual que han sido semilla germinada en sus tres hijos: Teresa, Flor y José Manuel. Pero más allá de su pasión y vocación, José Manuel de Torres Rollón fue un hombre bondadosamente bueno, un ser excepcional y entrañable que escribió la página de su vida con renglones generosos de humanidad y afecto.
Recabado por Juan Sáchez 2.014

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