Autor: D. José María Marín Miras.
Transcribe y pone toques personales: Juan Sánchez
Existía una grave
carencia en la comunicación entre Olula del Río y Macael, que si bien afectaba
a ambos pueblos, más aún se acentuaba en este último, debido a su emplazamiento
más adentrado en la Sierra de las Filábres.
Cuando por el río
discurría el agua, existían unos pasadizos formados por troncos de árboles,
generalmente álamos, por los que pasaban los peatones para ir de un pueblo a
otro. En las grandes riadas ambos pueblos quedaban incomunicados.
Este aislamiento
ocasionaba perjuicios, a veces graves como ya veremos.
El abastecimiento de mármoles procedentes de las canteras se
interrumpía, a veces por bastantes días, con lo cual originaban pérdidas económicas a las
Compañías de Canteros de Macael, que no podían bajar sus bloques a los
fabricantes de Olula, a los que también se perjudicaba, puesto que sus
industrias se paralizaban por falta de materias primas, se retrasaba el
servicio a los clientes e, incluso, se paralizaba el trabajo de los operarios
si el corte de la comunicación se prolongaba. Tampoco cobraban normalmente sus
suministros los propietarios de canteras de
Macael. Los trabajadores y canteros que residían en Fines o en Olula, no
podían subir a trabajar a las explotaciones y, como entonces no estaba
desarrollado el sistema de Seguridad Social, quiénes no podían acceder al
trabajo no percibían su salario, pues la norma era día trabajado, día cobrado.
También afectaba a
la salud el no tener un puente para unir ambas riveras. Tal fue el caso
sucedido a una adolescente de Macael, hija de un honrado comerciante de la
villa, Don Vicente Ramos. Esta muchacha llamada Antonia, había contraído una
meningitis y hacía necesario su traslado urgente a Granada para su tratamiento.
Fue imposible atravesar el río por su fuerte avenida. Las aguas se llevaron la
esperanza de vida. Dos días después falleció, en medio de un gran dolor que
impresionó a todo el pueblo.
Diego Sabiote,
poeta de Macael de delicados sentimientos, plasmó el recuerdo de esta inocente
víctima de las carencias históricas de nuestra Comarca, le dedicó estos versos:
Te fuiste una noche de abril
Te fuiste una noche
de abril, vestida
de nubes blancas.
Contigo te llevabas
La canción y el
arpa.
En tu canción nos
regalabas
himnos de nubes blancas
y
bajo el cielo estrellado
brillaba tu sol y tu alma.
Antonia ¿Dónde estás escondida?
Desde que te marchaste
no
“bajan himnos de las nubes”,
ni
resplandecen, en las mañanas de Abril
las flores y los luceros del alba.
Dime, Antonia, tú que ya conoces
las nubes y las estrellas,
cuál es el sol que te canta.
Pero existía otro peligro
al cruzar el río, aunque no hubiera grandes riadas. Por aquellos
entonces, siempre había caudal. Para atravesarlo, se tendían troncos de álamos
en forma de puente, apoyados en ambas orillas. Amarrados unos a otros y
rellenando los huecos de maleza, se podía pasar con sumo cuidado. Con menos de
un metro de anchura, había que hacer equilibrio y no pocas veces alguien se
precipitaba al agua. (yo mismo cuando bajaba de Laroya andando a ver a mis
familiares de Olula, al bajar la “pisá del caballo” y próximo al Molino de
Aureliano, cruzaba una pasarela y enfilaba la vereda donde había una fábrica de
hielo y muchísimos parrales, hasta llegar a la Calle “El Pilar”)(Hoy está el
colegio de Primaria Trina Rull y el Polideportivo Don José Juan Rodríguez).
Un hecho, nos
puede dar a conocer la peligrosidad de estos pasadizos que eran sólo los que
existían antes de la construcción del puente. Acaeció un lamentable suceso, que
muestra el riesgo que suponía este paso. Frente al llamado “Royo de Macael”,
próximo al cortijo del actual “manzano”, un anciano dedicado a poner de anea los culos de las sillas deterioradas,
fue en busca de estas plantas que se
encontraban al otro lado. Su mala fortuna, le hizo caer al río y, aunque no
había excesiva profundidad, no pudo salir de ella y al día siguiente lo
encontraron muerto sobre el agua, bien por ahogamiento o por el rigor del frío
invernal.
Otra vez el poeta DIEGO
SABIOTE, que cantara en verso las desgracias de Macael, volvió a plasmar en un
poema el dolor por la pérdida desgraciada de esta persona apodada, con perdón
“El Tío Pichas”.
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