Transcribe:
Juan Sánchez.
En los años veinte
en nuestra Comarca y a rebufo de la “Ley Seca” aprobada en Estados Unidos e
implantada el 1 de Julio de 1.916 en 24 Estados de la Unión, creció la repulsa
hacia los consumidores habituales de bebidas alcohólicas (el vino primero y el
aguardiente después) hacían las delicias de nuestros antepasados. Para
conseguir los líquidos embriagadores se recurría a toda clase de peripecias:
fabricación casera, industrias clandestinas, antros de corrupción, etc, etc.
Las autoridades
sanitarias se esforzaban con campañas publicitarias de la época e incluso
equipos médicos convocaban actos públicos para exponer las funestas
consecuencias para quienes se convertían en asiduos y habituales consumidores y
por el riesgo que ello conllevaba para la salud y para la sociedad.
En nuestro pueblo
se perpetuaba la extendida costumbre de consumir famosos y sabrosos vinos en
las tertulias que se formaban antes del almuerzo, situación que se repetía por
la noche después de finalizada la jornada de trabajo.
Arribó a Olula el
equipo médico. Los oradores desde el balcón del Ayuntamiento pondrían de
manifiesto las graves consecuencias de un ininterrumpido consumo de vino que
propiciaba el incremento de alcohólicos, necesitados de asistencia sanitaria
para desarraigar el vicio.
Se anunció “a bombo y platillo” que el acto se celebraría
en la Plaza del Ayuntamiento (hoy Los Bancos), desde cuyos balcones se
producirían las arengas médicas de tan distinguidos oradores.
La convocatoria
dio el resultado apetecido. La Plaza se llenó de tantos espectadores y curiosos que pretendían conocer las
anunciadas y funestas consecuencias de quien a diario degustaba tan sabrosos
mostos.
Escucharon
pacientes las primeras intervenciones. Cuando le correspondió disertar al más
famoso de los interlocutores, este tomó la palabra y con potente voz,
acompañada con mímica atrayente, repetía aquellas concretas expresiones que
tendían a que se renunciara a seguir bebiendo. Agotados sus argumentos, se
dirigió a las masas para hacer el
siguiente razonamiento:
-“ ¡ Y en esto,
hasta los animales nos dan ejemplo ! Y si alguien no lo cree que haga la
prueba: haceos de dos cubos; uno lo llenáis de vino y otro de agua. Llevad allí
al mas animal de todos los animales, a un burro. Lo ponéis delante de los dos cubos y observad que,
despreciando el que olía a repugnante vino, metía su cabeza en el cubo de agua
y lo bebía y saboreaba gustoso con expresivos movimientos de orejas y rabo. ¿
Por qué…? ¿Por qué….?
Una también
potente voz surgió del populoso auditorio y respondió así a la pregunta:
-¡Por eso! ¡Porque
es un burro!
La unánime
carcajada del público seguida de un cerrado aplauso hizo también sonreir a los
que ocupaban el Balcón del Ayuntamiento. El más veterano de los ponentes,
convencido de las dificultades evidenciadas para que el auditorio aceptara la
pretendida llamada a suprimir tan arraigado consumo se aproximó a la baranda, alzó
ambas manos y, no sin grandes esfuerzos, logró el apetecido silencio para
anunciar el fin de aquel acto con estas inteligentes palabras:
-Bueno, si seguís
bebiendo, hacedlo con moderación y con tapas-
A gusto de todos
se dio final a la incidencia, llegando a terminar, incluso, con una moderada
invitación al equipo de antialcohólicos que, en realidad, sólo combatía los
excesos.
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