miércoles, 1 de enero de 2014

EL NOMBRE DEL RIO ALMANZORA ¿HISTORIA O LEYENDA?



El relato que voy a suscribir, vox populi en Olula del Río, lo he escuchado muchas veces a personas mayores a lo largo de mis 38 años de vivir en la localidad. Cada uno con algún matiz diferente al anterior pero conservando siempre el fondo de esta historia?
Un día de Septiembre de 1.981, D. José Torres escribió sobre la Piedra Ver de Olula y yo me comprometí a poner en orden todo lo que había recopilado sobre el nombre del Río Almanzora.
Observación previa: Aparecen personajes y situaciones no reales  que ensalzan el texto.

EMPIEZO: Siendo niño escuché muchos cuentos, leyendas e historias. La que más me encantó y cautivó me la recitó mi padre una noche de invierno al calor de la hoguera. Creo que tengo la ineludible obligación de trasmitirla a mis hijos y posteriores
generaciones para que no muera en la noche de los tiempos.     
En las postrimerías del siglo X de la Era Cristiana, regresando victorioso el Caudillo Arabe Almanzor, después de una de sus incursiones militares que por tierras de creyentes llevaba a cabo dos veces al año, desde que y para fortuna del reinado de Hixem  Segundo del Califato de Córdoba tomó las riendas de su pueblo, tanto en el orden político como en el militar, bajo el solemne juramento de exterminar el poderío que los cristianos tenían en el Norte de la Península.
No sonreía el porvenir para los descendientes de Don Pelayo, y, en lugar de unir sus fuerzas para combatir la Media Luna, malgastaban sus energías en luchas intestinas.
Castilla guerreaba con León y Galícia. Otras veces eran estos los que acometían por tierras de Castilla, dejando campo fecundo al Caudillo Agareno que regresaba siempre invicto a tierras cordobesas.
La guerra tocó ser librada por tierras de Alava. Grande fue la derrota de los cristianos ,
 mayor aún, el botín que se les ocupó. Miles de rehenes fueron conducidos a tierras andaluzas para su perpetua esclavitud. No se adjudicó Almanzor para sus placeres alguna de las hermosas cristianas que formaban la comitiva prisionera para guardar fidelidad a la reina madre y porque su experiencia y  sabiduría alcanzaban a conocer que la mujer cristiana no se entregaba de buen grado al moro, antes consentía sufrir los horrores de la esclavitud y del martirio, que entregar su cuerpo para expansión de infieles.
El regreso del ejército de Almanzor fue por tierras de Levante a fin de introducirse en el reino de Granada, siguiendo la ruta marcada por las Estribaciones de los Filabres.
Penosa fue la jornada que correspondió cubrir al cortejo en aquel día en que da comienzo nuestra veraz historía, tanto por la aspereza y miseria del terreno, como por lo desapacible del tiempo, donde un fortísimo vendaval, detenía materialmente la marcha de los caballos y cegaba la visión de los jinetes.
Acercáronse  a Almanzor, que cabalgaba en cabeza del Ejército, los más destacados jefes de sus seguidores, y, con muestras de respeto, uno de ellos le dijo:
-“Señor, tus súbditos te ruegan detengas la marcha de tus huestes, haciéndoles acampar en este próximo poblado. Un extraño personaje con rara vestimenta de pieles, que a nosotros acaba de agregarse, augura grandes desastres para nuestro ejército. Si así no lo hacemos, diagnóstica que pisamos tierras donde las tormentas son tan voraces que causan mas estragos que los que tu espada causó en tierras de cristianos”.
Enfurecióse el  Caudillo árabe ante tal insinuación y al tiempo que espoleaba su caballo,
respondióles en tono de desprecio:
-“!!!Guerreros traigo yo, no mujerzuelas que atienden con mas fe las insinuaciones de un agorero, que los dictados de su deber de seguirme”. “Hay del que así no lo haga”.
Nadie osó contradecirle. Arreciaron su marcha  y el extraño personaje seguía a increible velocidad la marcha de los corceles, manteniendo una terrible expresión de odio, reflejada a través de sus ojos, que parecían desprender ráfagas de fuego.
Dio en pensar Almanzor sobre las palabras pronunciadas por sus capitanes y entró en deseos de conocer al personaje de que le hablaron. Contrariamente  a la manera de conducirse; poco antes de atravesar el poblado, detuvo su caballo y dirigiéndose al principal de sus guerreros, le dijo:
-“Que acampe aquí mi ejército en este poblado. Mi puesto estará junto a esa descarnada roca, cortada a pico por la mano encolerizada de Alá, ya que hombre ninguno pudo seccionar con su poder tamaña mole”-.
Referíase Almanzor a la roca conocida hoy por el nombre de “Piedra Ver de Olula”, situada junto al río y en la que en su frontada que mira a Poniente tiene dos bocas de cueva. Eligió  la primera de ellas para su refugio y aposentado allí, ordenó llamar al extraño personaje.
Acabadas estas palabras apareció el Hijo del Rayo, como habían dado en llamar los intrépidos guerreros.
Dijo así: -“Quiso la mala suerte que escogiéseis el regreso hacia tierras de Córdoba por estos endemoniados lugares, refugio de cristianos, que poblaron estas tierras no apetecidas por los hijos de vuestra religión, debido a la esterilidad agrícola y a las frecuentes tormentas que arrasan los campos. Pero son cristianos infatigables que se granjean el aprecio y la confianza de los de vuestra raza hasta mantener el culto de sus creencias y, especialmente las mujeres, que con su belleza e inteligencia hacen suyos los corazones de los vuestros. Jamás consienten unirse a ellos hasta que no abrazan su odiosa religión cristiana. El impetuoso temperamento de estos pobladores, parece estar reflejado en la manera de ser de ese río que a tus pies discurre. Cada siete años, se cierran los días con el aparatoso vendaval que hoy nos envuelve y el cielo parece volcarse en torrentes de cataratas, arrasando sus bravías aguas a quien pretende vencer su resistencia.-“!!Almanzor!!- tus ejércitos serán diezmados y la mayor parte de tus hombres perecerán bajo las aguas de este río, si no consientes en permanecer en estas alturas hasta nuevo aviso”.
Dicho esto, el Hijo del Rayo desapareció a gran velocidad hacia la Sierra de los Filabres dejando a su paso una estela fosforescente semejante a la que, cuatro años antes, y estando herido de muerte en Catalañazor, corría por las márgenes del río Guadalquivir, dando grandes lamentos y vociferando:- “ En Catalañazor, Almanzor perdió el tambor”-.
Tras acampar el grueso de su ejército, Almanzor se dirigió hacia el poblado (Olula del Río) en busca de alojamiento para sus huestes. Por la empinada calle que eligiera para su acceso, descendía a todo correr un nutrido grupo de personas encabezado por una jóven y hermosa mujer. Todos seguidos  por caterba mora para darles alcance. Al llegar a la altura del Caudillo Agareno, la bella cristiana exclamó:
-“!!Señor, señor!! Amparad a esta infeliz mujer que ningún mal hizo a vuestros hombres para que quieran profanar mi cuerpo”-mientras se postraba de rodillas ante él.
-“Levanta, infeliz criatura y no temas. Almanzor sabe de ganar batallas y de reprimir injusticias”- “Levantaos del suelo, estad tranquila que tu hacienda, tu cuerpo y el de los tuyos serán respetados”-.
Apeóse con destreza del caballo y alargando su mano hacia la joven la introdujo en la primera vivienda que a su paso encontró:       
-“¿Que nombre tienes?”-.
-“Me llamo Alicia”-.
-“Tu religión”-
-“Cristiana”-
-“¿Tus amores?”.
-“El cielo” 
-“Escucha, cristiana; tus ojos, tu belleza, tu humilde prestancia y tu desgracia misma, han cambiado mi manera de conducirme y con riesgo de perder el favor que mis reyes me dispensan, te suplico consientas venirte conmigo hacia Córdoba, donde privadamente habrás de ser mía. Tendrás las mayores riquezas que tu imaginación haya concebido”.
-“Almanzor, nací de padres cristianos en Castilla y tu espada seccionó la cabeza de mi padre. Arrastrada fui con mi madre hasta Córdoba. Allí fuimos puestas en libertad. Caminando al azar, tras muchas penurias, logramos llegar a estas tranquilas y pacíficas tierras, donde encontramos gentes hospitalarias que nos albergaron con sumo cariño. Aquí formó mi madre mi conciencia a la luz de la Verdad de Cristo y a El  consagré mi vida, con la promesa de llegar al martirio antes de abjurar de mis creencias”-.
- “A los dieciocho años, mi madre postrada en el lecho de muerte, apretó mis manos junto a su corazón y con vacilante y apagada voz me dijo que fuera cristiana hasta la muerte”-
-“Fiel a mi juramento, dediqué mi vida a derramar el bien entre esta pobre gente”-.
Trocábase en sombría la cara de Almanzor cuando Alicia  hacía esta confesión y avanzando hacia la hermosa cristiana airadamente dijo:
-“!!De grado o por la fuerza serás mía!!”-.
-“!Aparta ,hereje, o tus barbas sufrirán  la vergüenza de recibir saliva de indefensa mujer, ya que otra no puede ser mi resistencia física!”-.
-“!Tierras endemoniadas!- exclamó Almanzor-“Ya me lo anunciaba el extraño agorero”-.”Hay de ti”-.”Hay de tu raza si no te humillas a mis deseos”.
-“!!!Prended a esta insolente y hacedla conducir hasta Córdoba!!!”-.
Dejó a todo galopar la población para dirigirse  de nuevo  a la “cueva del moro”.

Todavía queda en el ambiente popular de Olula del Río el recuerdo de aquella escena, transmitida de generación en generación según el romance:

Galopando va Almanzor
Hacia la Cueva del Moro,
Buscando en su sin sazón
aquel perdido tesoro.

Cólera dicen sus ojos,
Ternura su corazón….

¡qué grades son sus enojos!
¡qué tremenda su pasión!.

¿Quién osará tal hacer?
¿Quién te hirió con tanta saña?

“No fue solo una mujer:
Era mujer y cristiana.

Sabedores los habitantes del poblado del cautiverio de aquella a quien tanto amaban, dispusieron dirigirse en súplica a fin de conseguir su libertad.

-“!Marchad de mi presencia, insensatos,-respondió Almanzor-, si no quereis sufrir el exterminio de vosotros y todos los vuestros!.

-“Al menos- dijo suplicando uno de los ancianos del lugar- consiente que le acompañemos hasta dejarla en cautiverio”.

-“!Sea!. ¡Dejadme en paz!”- terminó Almanzor.

Poco más tarde,  doce jóvenes cristianos  se diseminaban entre los campos por donde forzosamente habría de pasar el ejército de Almanzor cuando reanudase la marcha. Ancianos y mujeres se disponían a acompañar la cautiva, según concesión del valeroso Caudillo.

Comenzaron los Heraldos a anunciar la orden de partida cuando la hora del ocaso se aproximaba. No fue obstáculo el gran vendaval reinante, ni los signos de tormenta que en                                                                                                  Poniente se dibujaban, con gran aparato de relámpagos, ni la superchería transmitida por el siniestro agorero.

Como de costumbre, tomó Almanzor la cabeza, emprendiendo la marcha por la margen del río. Sus guerreros  principales le seguían a corta distancia. Cerca, un grupo de gente a pié y en el centro, maniatada, la cautiva Alicia acompañada por la gente del poblado.

Más de dos horas continuó Almanzor la marcha en dirección a Granada. Habían pasado Tíjola y daban vista al castillo de Serón, cuando, instantáneamente, un enorme trueno que parecía haber salido del infierno, aterrorizó la comitiva y encabritó a los caballos. Gotas enormes se sucedían ininterrumpidamente. Las nubes se volcaban materialmente sobre la tierra. Parecía que un nuevo diluvio pretendía cubrir el planeta. Lamentos, llantos, fuertes voces de petición de auxilio comenzaron a escucharse por doquier. El río se salió sin respeto de su lecho, y, más víctimas de hombres  hacía  que batalla alguna por cruel que se conciba. Los más ágiles y rápidos lograron ganar las alturas. El desorden mas grande concebido reinó entre la comitiva.
De repente un grupo de jóvenes, que marchaban ocultos, surgió en dirección a la peligrosa ribera y aprovechando la confusión que reinaba, se acercaron al grupo formado por la cautiva y alzándola sobre los brazos, el más fornido de los aldeanos, encaminó sus pasos hacia el centro de aquel abismo de aguas turbulentas hasta quedar ambos cuerpos cubiertos y …..! reapareciendo invictos al otro lado del río!.

Almanzor, desde su esbelto corcel, resguardado en una pequeña pero dominante colina, donde aún no habían llegado las aguas, contempló con horror cuanto sucedía, al tiempo que los campos se iluminaban con aquel fuego del cielo. Miraba perplejo al joven que le arrebataba su tesoro: Alicia, arrancándole con ello pedazos de su alma. Aún tuvo fuerzas para que pudiera más la pasión y con grandes y desgarradoras voces, que ya nadie podía escuchar, decía:

-“¡Soldados!”. “!Mis soldados!”-“!Mirad como se llevan la mejor presa de nuestros rehenes!”. –“!Lanzaos  en pos de ellos y dadles alcance, que con grandes riquezas compensaré al que tal haga!”.

Como ya hemos dicho, el joven que portaba tan codiciada presa se había lanzado al interior del embravecido río, dejándose conducir por el ímpetu de las aguas, con grave riesgo de perecer, logrando, de este modo, conseguir la ribera opuesta.

Al producirse un nuevo relámpago y perder sus siluetas, Almanzor arrojose del dócil caballo y subiendo  como loco a la roca más alta e inaccesible, rasgándose con rabia sus blancas vestiduras, exclamó:

-“!Cielos! ¿qué mal os hice para que tan fuerte sea tu rigor?. “!Devuélveme a la cautiva”!.  “!Con el poder de ella exterminaré su maldita raza!”.

Y sin poder más, cayó rendido al suelo y extendía los brazos y rozando su frente contra una abrupta roca …….lloró, lloró con lágrimas de cólera mezcladas con otras de ternura y amor en recuerdo de su amada cristiana. Permaneció así durante largo espacio y uno de sus bravos guerreros, que muerto le creía, acercose con espanto hasta la roca y poniendo una mano sobre el hombro inerte de su valeroso Caudillo, al contacto de ella, hízole salir de tal estado y con el ímpetu que le caracterizaba, volvió su rostro, sin atender a secar las lágrimas que  a torrentes resbalaban por sus tensas mejillas.
Impulsado por visión infrahumana, el guerrero volvió despavorido y comenzó  a gritar denodadamente:

-“!!Almanzor llora!!”. “!!Almanzor llora!!”. ¡!....

Quedó, desde aquella memorable noche, bautizado el río, al sincopar la célebre y espectacular frase. Almanzor llora, sincopado se convierte en Almanzora.

Prosiguió Almanzor su camino hacia tierras de Córdoba, doblando esta vez la cabeza, en signo de humildad, cuando junto a las puertas del siguiente poblado, hubo de pisar con su caballo las arenas del ya manso río que dio origen a su primera derrota, y en la Historia  había de ser también el que iniciara el declive en el poderío de tan victorioso guerrero.


OTROS DATOS: Almanzor  pasó por Olula del Río allá por el año 1.043 D. de C. Tenía a la sazón unos 32 años cuando ocurrieron estos hechos.
Recordar también que antes de Almanzor, los romanos llamaban a este río SURBO que significa río soberbio por sus terribles crecidas de modo repentino.


RECOPILADO POR:  Juan Sánchez  el 10 de septiembre de 1.981.

P.D.- Dedicado a mis dos hijas que cada día visualizan desde casa La Piedra Ver de Olula y el Río Almanzora. Gracias.

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