Texto adaptado por Juan Sánchez.
Macael y Olula,
dice la leyenda, prosperaron a causa del paso de Almanzor, pues aunque ya no se
dice si volvió o no por esta comarca a su regreso de Barcelona, nunca olvidó a
su amada cristiana, en recuerdo de la cual y de la hospitalidad de sus
habitantes dio instrucciones para favorecerlos.
Hizo reparar todos los daños de la tormenta. Reconstruyó
toda la vega a ambos lados del Almanzora. Reconstruyó las viviendas afectadas.
Aumentó el alumbramiento de aguas. Se formaron los pagos de Quaytar, Guit Mayor
y Aynazaya. Hizo que viniesen nuevos colonos, introducindo, al no querer hacer
esclavos a sus moradores, el sistema de aparcería, dándoles a los cultivadores
los secanos a medias o sea medianeros. Las tierras de regadío, se cedieron
mediante un contrato, beneficiándose el arrendatario de la tercera parte de sus
frutos.
También mandó
edificar una fortaleza sobre la peña que se denominó “de Ver de Olula”, es decir,
la atalaya, donde se vigila desde Olula, para defensa del lugar, guarneciéndola
con un regimiento y así proteger el camino hacia las canteras, las cuales,
habían tenido gran importancia durante el Imperio Romano y fueron casi
abandonadas en la dominación goda y visigoda, para volver a explotarse
intensivamente y adquirir un éxito esplendoroso con los árabes. Proveyó con sus
ricos mármoles la ornamentación de la maravillosa ciudad de placer, Medina
al-Zahra y sus deslumbrantes jardines, que acababan de edificarse en la
vertiente meridional de la sierra de Córdoba por Abd al-Rahman III. Los
alarifes (canteros y técnicos en trabajar y tallar la piedra) de Macael y Olula
eran mimados por Almanzor. Estos artesanos residieron en Medina al-Zahara
durante largas temporadas para tallar y colocar basas y capiteles de mármol
blanco, como pies y cabezas, en los fustes de alabastros de colores, a las tres mil columnas de la nueva Medina. Allí se
impregnaron de la filosofía vital de la corte más sabia del mundo, el Califato
de Córdoba.
Otra vez en
nuestra Comarca, diremos que erigió un pueblo para alarifes (canteros), cuyos
restos aún existen, hoy denominado Macael Viejo, que, al carecer de terrenos
cultivables debido a lo agreste del paraje, a la sazón poblado de espesos
bosques, se abastecía desde las huertas reconstruidas y ampliadas en las
riberas de los ríos de Macael y Almanzora. Con ello fundamentó el bienestar de
sus habitantes y abrió el camino de sus famosos mármoles, que ornamentaron
palacios y villas por todo Al-andalus. La existencia, evolución, crisis
auge,….de estos dos pueblos, de una manera u otra, siempre permaneció unida.
Aclaración: Hay otra
versión sobre el origen del nombre del Río Almanzora y su protagonista
Almanzor. La que yo escribí en Facebook, Almanzor no consiguió hacerse con el
amor de de la cristiana y se la llevaba cautiva y a la fuerza a Córdoba
frustrando el río sus propósitos al morir ahogada.
Otro autor nos
dice que hacia el año 984-985, pasó este caudillo árabe por el valle de los
Filabres, descansó con sus huestes en una pequeña aldea de la comarca del
mármol, siendo cortésmente agasajado por sus moradores.
Entre tanto agasajo, se prendó de una joven cristiana
mozárabe, parte de cuya familia era muladí. Ella cantaba dulces tonadas en las
fiestas con que obsequiaban al general, quien ofreció a sus padres 14.000
dinares para hacerla suya, precio que a la sazón solía pagarse por una esclava.
Pero la doncella rehusó, con donaire para no ofenderle, aludiendo que jamás por
dinero entregaría su corazón, pero sí, por amor, sería esposa y esclava.
Con esta respuesta
Almanzor se llenó de tan amorosa melancolía que no pudo por menos que retrasar
su partida hasta enamorar a su amada. De nada sirvieron las amonestaciones de
los imanes cordobeses que reprochaban la unión con una cristiana y, pudiendo
más su amor que los convencionalismos religiosos, la hizo su esposa demorando
unos días la partida para saborear plácidamente la felicidad en brazos de su
amada. Reanudada la marcha, se la llevó consigo hacia Córdoba. La brutal e
inesperada crecida del río acabó con el idilio del moro. No pudo hacer nada. El
río se tragó a su querido amor, arrastrándola brutalmente aguas abajo y desapareciendo
en medio de bravísimas, turbulentas y aterradoras aguas.
Parece que esta
versión está más de acuerdo con las atenciones que a posteriori Almanzor tuvo
con la creación y reparación de infraestructuras de regadíos, fortalezas,
un pueblo solo para alarifes (primer polígono industrial de
la Comarca), acequias, molinos, norias,….. ¡ El amor lleva a los hombres a
actuar de esa manera ! y a nuestros tatara, tatara, tatara, tatarabuelos les
vino de perlas este romance. Les arreglaron los bancales, nuevos manantiales de
agua, acequias, molinos harineros, etc, etc, sin gastar ni un euro… ¡digo ni un
dinar!
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