OLULA DEL RÍO
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• DE LA CIUDAD DE TÍJOLA.

• Julio Alfredo Egea. Escritor y Poeta de Chirivel.
• De su obra “Prosa Completa” MI TIERRA, MI GENTE. Volumen 4 (1.992) I. de E.A.

Tiene Tíjola alturas en sus alrededores, buenos balcones para ver su amplia vega, visiones de su pasado parralero, sus calles bien trazadas. Fue nombrada ciudad por la Reina Regente doña María Cristina, en 1.891.

En crónica de acontecimientos, de distinta índole, en tiempos distantes y distintos, encontramos diversas noticias.

Tíjola, Tixola entonces, fue construida por don Juan de Austria, en marzo de 1.570, con cuatro piezas de artillería de dieciocho quintales cada una, y mil arcabuceros, según Hurtado de Mendoza. Los vencedores, ¡malhaya sea!, se repartieron los enseres y las mujeres moriscas de la fortaleza. 
Don Juan de Austria estaba furioso, como podemos imaginar, después de su derrota en Serón, y de morir su lugarteniente, don Luis de Quijada.

Junto a esta noticia, otras curiosas: en 1.889 se estrenan cinco campanas, fundidas en grandes calderas, al pie mismo de la torre de la iglesia parroquial. En 1.894 llega el primer tren a la estación, construida ese año, rubricando el vapor que despide su locomotora, todo un gran acontecimiento. En 1.919 se consigue la luz eléctrica, se suprimen las farolas de gas. En 1.913 triunfa en el Teatro Real de Madrid Fidela Campiña, gran soprano tijoleña, con el papel de Margarita, en la ópera “Mefistófeles”. Dice el diario ABC que es muy bella y que en su preciosa voz está su alma entera. En 1.921, constituyendo un espectáculo popular, llega al pueblo el primer automóvil, un Ford blanco, llevando como piloto a un despabilado viajante lorquino.

En 1.941 se trae una bella imagen de la patrona, Nuestra Señora del Socorro, para sustituir a la antigua, que había traído don Juan de Austria de Nápoles, y desapareció en la guerra del 36. Con anterioridad, el pueblo rechazó otra que trajeron de Granada, para sustituirla, por ser muy fea y no responder al recuerdo de la primera. La actual es una Virgen bellísima, tal como es el alma de su pueblo devoto.

Quedémonos con esta hermosa noticia, para qué describir otras cosas malas que llegaron: el año del hambre, las inundaciones del río, las epidemias de gripe, la actuación de combatientes en la guerra de África, las desgracias del 36…

Comprobamos el gran número de edificios religiosos que existen por la ciudad: ermita de San Cayetano, antigua parroquia, hoy Fátima. Santuario de la Virgen del Socorro; ermita del Salvador, en las afueras; de San Sebastian, y otras repartidas por pagos y pedanías. Visito la parroquia, el templo de Santa María, monumento nacional en que se dan cita varios estilos, por ser diferentes las etapas de su construcción. Es del Siglo XVII. 
Recurro a uno de los padres Claretianos que, en número de cinco, residen aquí en comunidad, atendiendo desde hace años la vida espiritual del pueblo y de otros muchos, para que me abra el templo, deseando visitar sus interiores. De pronto me tropiezo con la representación de las Ánimas del Purgatorio. Es tremendo, es una composición escultural en que los condenados, de distintas edades, quieren escapar del cuadro, de las llamas purificadoras. He comprobado al visitar algunas iglesias, enseñándolas a amigos extranjeros, que ante estas representaciones siempre creen se trata de escenas aleccionadoras de la Inquisición de España, nunca las atribuyen a posibles sucesos de las postrimerías. Había oído que esta reacción es natural en los turistas, y he podido comprobarlo personalmente.

Juan Sánchez 2.014