jueves, 9 de octubre de 2014

"UN VOLCÁN EN LA TETICA DE BACARES"

                                           OLULA DEL RÍO
                                               Comarca


• “UN VOLCÁN EN LA TETICA DE BACARES" (Cerro Nímar).

• Antonio José Navarro López.

• ALMERÍA vista por los viajeros.
• Instituto de Estudios Almerienses I.E.A.

Nuestro personaje del día nació en Lubrín en el año 1.739 y murió en Baza bastante joven, año de 1.797. Fue apasionado del estudio del entorno geográfico y de su investigación ya a muy temprana edad. En un Colegio de Religiosos de Murcia estudia Bachiller en Arte y Sagradas Escrituras. Los estudios superiores los cursa en la Universidad de Alcalá de Henares y fue en Orihuela donde se doctoró en 1.761 con el título de Maestro en Sagrada Teología.

La Carrera Eclesiástica la comienza en Olula del Río por oposición permaneciendo entre nosotros hasta 1.766. De Olula es destinado a Vélez Rubio donde permanece hasta 1.777. Fue la época más feliz y productiva de su vida. Hace amistad con el marqués de Villafranca, Don Antonio Álvarez de Toledo, X Señor del Estado de los Vélez. También de esta época es su amistad con el lorquino Antonio Robles Vives cuñado del Conde de Floridablanca y secretario de estado de Carlos III. Tuvo relaciones epistolares con Tomás López, geógrafo de Su Majestad,…

En Baza residirá el resto de su vida (1.777-1.797). Allí continuo su imparable carrera eclesiástica. Al calor de la Monarquía fue nombrado representante del Real Patronato. Comisario y Calificador del Santo Oficio además de Prior y arcipreste de la Iglesia de Baza. Tras nueve años de Canónigo y por designación real consigue una importante prebenda: Tesorero Real, Abad y cuando ya estaba designado para Obispo de Almería, le sorprendió la muerte. Los viajes literarios causaron furor en el Siglo XVIII y él hizo muchos itinerarios según costumbre de este tiempo. A nosotros nos interesa el itinerario que realizó durante Agosto y Septiembre de 1.789 para ascender a la Tetica de Bacares esperando encontrar un volcán en su cumbre. Sus 4 magníficas láminas de esta a ventura hoy están desgraciadamente desaparecidas.


NARRACION EN PRIMERA PERSONA DE SU VIAJE A LA TETICA DE BACARES ESPERANDO ENCONTRAR UN VOLCÁN.

“Estando yo un día de Agosto en mis aposentos, fijé la vista al entorno de Baza. -Hételos, allí volcán tenemos”-. Dirigía su mirada hacia el Norte donde en el horizonte dibujaba la silueta de la Sagra en Huescar y girando el cuerpo hacia el Sur buscaba con la vista el otro supuesto volcán: El Cerro Nímar, vulgarmente Tetica de Bacares en los Filabres. “Ya me parecía ver lava, basaltos, puzionata, etc;- vamos- decía, empecemos por la Tetica que está más cerca del Mediterráneo, cuyas aguas habrán concurrido para excitar su inflamación. Mediré su elevación sobre el nivel del mar, su cráter, la profundidad de sus simas; examinaré cuidadosamente sus piedras, las cenizas, etc., escribiré, la acompañaré de cuatro estampas, saldrá al público, me elogiarán los papeles periódicos y entraré en correspondencia con los naturalistas del reino…”

“…Previne mis trabajos y salí de Baza sin apartar los ojos de la Tetica, que me pareció humeaba. Desde Caniles seguí el camino por dos leguas. Llegué al cortijo de la Jauca, donde me esperaba el cura de Armuña. Conversamos toda la noche tendidos sobre unos jergones al lado de una caballeriza. Rememoramos episodios de moriscos e historias antiguas que honran la valentía de estas gentes en tiempos ya pasados. De madrugada, salimos para el Río Almanzora que de allí a poco descubrimos pasados unos montecillos al dejar la rambla de la Matanza, también llamada Zarrizafa. Apuntaba el sol y, nos dirigimos a Armuña después de dejar atrás y a la derecha posteriormente, la fuente de Cela. 

Llegados a Armuña, mi cura resolvió acompañarme a la sierra de Filabres. Dejamos Tíjola a la derecha y empezamos a subir hacia Bayarque, un pueblo pequeño a la orilla de un arroyo procedente de Bacares. Rodeamos el Morrón descubriendo varios tajos de piedras calcáreas, cuyas cimas están pobladas de encinas. A media legua se ven algunos pinos y una fuente que llaman del Palo. Ya empiezan allí las plantas de tierras frías, los piornos, la madreselva o las estepas. Están pobladas aquellas lomas y recuestos de encinares y entre ellas, se encuentran grandes tajos de piedras calcáreas, en donde anidan las águilas, cernícalos y otras aves de rapiña, tales son el Toril, Peña Bermeja, la Marlota. Desde la Marlota arriba ya no se ven más que schistos y pizarras atravesadas de cuarzo, micas y pocas piedras calcáreas.

Paramos al pie de la Tetica, media legua de su cima, en el cortijo de Vilches; desde allí contemplaba con sobresalto su elevación y me parecía sería difícil subir a un monte tan pendiente e igual, sin barrancos ni peñascos, cubiertos de piornos, madreselvas y otras plantas pequeñas, cuya vegetación parecía más débil en lo más alto. Visité con cuidado su falda y nada hallé que diera indicios de haber sido volcán: mi deseada lava, los basaltos, las piedras requemadas. Las cenizas no aparecían. Nada más encontré que pizarrales, trozos de cuarzo y un banco de piritas por la parte oriental del cortijo, pasado el arroyo, hacia Tahal.

Todavía me quedaba la esperanza de hallar algo en la cima que me consolase. Para verla con comodidad madrugamos y, buscando por la parte de poniente la subida, llegamos muy cerca de la punta más elevada al tiempo que amanecía. Mi cabeza se turbó en aquella altura, quedaba muy poco camino para montarla, pero no quise aventurarme y me detuve con un criado en el hueco de un banco de pizarras, mientras los compañeros subieron; era el día 4 de agosto y no podía sufrirse el frío.

Esperando que bajasen, registré desde mi atalaya con un buen anteojo su inmenso horizonte, descubriendo las sierras Nevada y Segura, parte de los reinos de Granada, Jaén, Murcia, y las costas del Mediterráneo desde Cabo de Palos hasta Adra. Tenía mis pies un arroyo profundísimo entre Nímar y otro monte llamado Laion, y en lo más hundido, la villa de Bacares cubierta de sombras y como sepultada en el centro de la tierra. Los que viven en aquel pueblo tienen menos día que los demás hombres.

Nuestro amigo el cura de Armuña dormía descuidado, mientras yo miraba al sol que salía del mar y se levantaba majestuosamente sobre el horizonte. El magnífico espectáculo que entonces se ofrece a la vista sorprendió mi alma. Las sierras, el sol saliendo de las aguas, el mar, la hoya de Baza sembrada de pueblos, el hermoso Valle del Almanzora atravesado del río, cubierto de árboles, prados y empedrado de lugarillos el abismo que tenía a mis pies, en donde se descubrió una población que empezaba a sacudir las sombras, presentaban una perspectiva la más admirable y variada.

Los compañeros bajaron llenos de frío, sin haber hallado indicios de volcán. Me dijeron que no había hundimiento, bocas, respiradero, lavas, arenas ni seña alguna de fuego, sino un lomo entrellano de muy pocas varas en donde sólo se veían montones de pizarras con alguna que otra piedra que parecía tener algo de hierro. Ya estaba yo convencido de que no podía serlo porque, además de no haber hallado materia alguna ni volcanizada ni volcánica, la cima de la Tetica es tan pequeña que no podía contener un cráter, cuando más podía ser un montecillo facticio como los que se levantan al lado del Vesubio, alrededor de la grande sima, formado por las materias que arroja. Para esto debía encontrarse el cráter en el sitio en que yo estaba, pero lejos de serlo, se deslizaba desde allí el monte con más pendiente que en el morrón mismo.


Juan Sánchez 2.014

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