martes, 17 de febrero de 2015

"LOS NEVEROS DE LA SIERRA DE LOS FILABRES"

                                                              OLULA DEL RÍO
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                                                  • LOS NEVEROS DE LOS FILABRES.
                                                  (Llamados también “pozos de nieve”)

Decía el gran médico del Siglo XVI Nicolás Monardes: “los poderosos efectos del frío quita el temblor del corazón y alegra a los melancólicos”

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Para conocimiento general, indicar que en los Filabres este tipo de construcciones aparecen allá por el siglo XVI y se extienden hasta que en los años 50 del Siglo XX los frigoríficos invaden los hogares españoles. Ya lo utilizaron griegos y romanos como modo de refresco y también como medicina. Tuvo gran éxito entre los árabes, y su uso se popularizó en España hasta casi mitad del Siglo XX.

Por cierto, la primera obra monográfica europea sobre el uso médico del frío se debe al médico valenciano Francisco Franco, autor del “Tratado de la nieve y del uso della”, publicado en Sevilla en 1.569 cuya publicación indica como “Allá donde nieve y hielo no resisten todo el año y se funden, había que almacenarlos durante el invierno en edificios especialmente construidos para esta función. 
Son las neveras, cavas, pozos de hielo y de nieve y ventisqueros ubicados en las montañas. Durante todo el año y especialmente en verano, se bajaba el preciado producto a las ciudades y pueblos, donde se consumía con deleite”.

Describir el pozo de nieve de “Las Menas de Serón” es bien sencillo igual que el resto que se ubicaron en nuestra sierra. Era una edificación de forma circular. El diámetro de aproximadamente unos 8 metros, cubierto por una bóveda acampanada. Paredes de piedra o ladrillo cerámico macizo. El pozo tenía una profundidad de unos 7 metros.

Estas cavidades en invierno se rellenaban con capas de nieve compactada . Cada 20 ó 25 centímetros se colocaba una capa de aislante natural (paja o lastón). Se construían en orientación Norte y en las laderas donde en verano no les castigaba demasiado el sol. La nieve era almacenada por los peones usando rastrillos de madera. Ya en el interior se apelmazaba bien golpeándola con martillos de madera llamados “pisones”. También se pisaba cual si fuesen uvas, pero con alpargatas limpias, para no manchar la nieve, en diferentes capas para que no se licuara con facilidad.

Acarreaban la mercancía mediante caballerías en capazos de esparto desde el lugar de acopio y almacenamiento hasta los lugares donde se consumía (muchos pueblos río arriba desde Fines y por el Sur hasta la propia ciudad de Almería) aprovechando el paso más corto y tradicional: Sierro, Laroya, Senés, Tabernas, Almería.

Era un trabajo arto difícil y peligroso. Los obreros se debían turnar cada cierto tiempo, combatiendo el frío con ropa de lana y buenas lumbres.

El agua del deshielo del pozo, para no aguar la nieve y mantener su consistencia, se drenaba por la parte baja del mismo a través de un sistema de canales a modo de desagües.

A partir de los años cincuenta la producción de frío artificial entra progresivamente en los hogares españoles en forma de aparatos frigoríficos cada vez más baratos. Se eliminaba así por obsoletos los pozos de nieve o neveros, injustamente olvidados ya que proporcionaron durante siglos frío natural para cubrir las necesidades médicas, culinarias a muchas generaciones.

Sería bueno guardar en la Memoria Histórica todos estos ingenios que hicieron más felices a nuestros antepasados no estando demás pedir a las Administraciones Públicas el que restauren algunas de estas instalaciones aunque sólo sea por carácter pedagógico-didáctico.

P.D. Otra ruta para llevar nieve a Almería capital desde Filabtes era la ruta Bacares-Gérgal-Almería.




Juan Sánchez FEBRERO-2.015

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