OLULA DEL RÍO
                                       Comarca

                                     MACAEL V
                         “UNA FORMA DE VIVIR”

• José Antonio González Alcantud.
• “El clientelismo político”

                          “DIVERTIMENTO DE LOS ADULTOS”
Como más corrientes predominaban los “juegos de mesa” especialmente cartas y dominó. El ajedrez era menos popular. Pero hubo un juego-deporte que se popularizó en casi toda la provincia: “la pelota vasca”. Parece ser un juego importado del País Vasco por los cristianos repobladores de estas tierras varios siglos atrás y que prendió en generaciones posteriores. Se hacía el juego en las plazas públicas de la comarca y Filabres sirviendo de frontón la propia pared de la Iglesia. Aquí nunca tuvimos una reglamentación definitiva como la vasca -era una transmisión oral de generación en generación-. Fue en el Siglo XVIII con la aparición de la pelota de goma, que al botar más que las pelotas de tela, hubo que establecer unas reglas más estrictas para jugar. Las diferencias fundamentales entre la pelota vasca y la que se jugaba en la comarca y como no, en Macael, estribaban en que aquí se empleaba la mano y no pala -introducida entre los vascos sólo a partir de 1.857-, y en que el sistema de anotación de los tantos de los almerienses que se acercaba más al del tenis que al de la pelota vasca. Los más viejos del lugar manifestaron que ellos siempre habían conocido la pelota vasca en Macael, lo que nos da una antigüedad incierta para el juego, que no hemos podido datar documentalmente. Pero su introducción, por las razones que fuese prendió en estas gentes del Sur.
Un anciano “macaelero” afirmaba: 
“Frontones había por todos los lados y la rivalidad entre los pueblos era enorme. En Macael teníamos buenos jugadores como “El Estudiante”. Hicímos un frontón nuevo frente a las escuelas. Participaron todos y se hizo con las medidas reglamentarias. Acudía mucha gente a ver los partidos especialmente los de mayor rivalidad especialmente con Olula. Claro; siempre les ganábamos. Cuando el frontón estuvo instalado en la plaza debió reforzar la función de espacio público de ésta; algo que ocurrió tradicionalmente también en el País Vasco. El caso almeriense reforzaría las funcionalidades del frontón vasco con las de la plaza mediterránea, con un resultado similar; reforzar la sociabilidad comunal masculina.
Por otro lado, la fiesta comunal más importante era y es la de la “Virgen del Rosario”, a la que siempre le tuvo el pueblo gran devoción. Su celebración en los primeros días de octubre servía de justificación para el estreno de la ropa de invierno; la de verano se estrenaba por Semana Santa. A lo largo de todo el mes de octubre, y no solamente el día de su fiesta, la Virgen del Rosario era sacada en procesión por quien tuviese promesa, previa autorización y pago de una cuota al cura. El primero en procesionarla era el Ayuntamiento; después de estas procesiones, casi familiares, se daba una “convidá” a los concurrentes. Empero entre los macaleros las gentes del mármol han sido quienes han acogido a la Virgen del Rosario con mayor fervor, manifestado con las salvas de pólvora tiradas en su onomástica. Según el párroco de Macael la antigua Cofradía hay que llevarla hasta el Siglo XVII. Estando muy ligada al mundo de los canteros: 
“A la Virgen del Rosario” se le hacen muchas ofrendas: flores, ceras, promesas, pero no podía faltar la propia de los canteros: la pólvora.
El 2 de mayo de 1.773, el cura de Macael, Don Francisco Nicasio de Agüero, enterró en la iglesia parroquial a un cantero llamado Cristóbal Nevado; éste en su testamento, hecho ante Francisco de Merlos, deja entre otras mandas, “que se le dé a María Santísima del Rosario de esta parroquial el valor de una libra de pólvora” La Virgen no era, por cierto, la única destinataria de los estruendos festivos producidos con pólvora de las canteras. La madrugada del Domingo de Resurrección antiguamente y en la actualidad el Sábado de Gloria se tiraban cartuchos de dinamita, tracas o cohetes en las afueras del pueblo. Tampoco cumplieron siempre los ruidos festivos funciones religiosas: los niños arrojaban petardos a los costaleros de la Virgen y el Cristo en la Semana Santa, “para que bailaran”; de paso, los infantes se adherían en el trayecto a uno u otro “santo”. Y de la procesión a la feria del Rosario: las compañías de teatro y variedades daban el contrapunto profano. “Compañías venían muchas, porque las fiestas eran buenas. Se hicieron célebres las hermanas Alcaide, que enseñaban las nalgas. Al final de la función bailaban con los del pueblo. Hubo una Compañía que se quedó trabajando en las canteras.



Juan Sánchez-MARZO-2.015