OLULA DEL RÍO
                                              Comarca

VIII - MACAEL:          “UNA FORMA DE VIVIR”

El Clientelismo Político.
José A. González Alcantud. 

La orografía montañosa de Macael dificultaba la instalación de aserraderos de mármol y talleres, que hubieron de distribuirse por los pueblos comarcanos de la Cuenca del Almanzora, desprovistos de mármol, pero con suficiente terreno llano para la ubicación de aquellos. 
De esto se benefició especialmente Olula del Río, distante tan sólo unos kilómetros de Macael. Esto dio lugar a no pocas tensiones territoriales y profesionales. Los de Olula menos dependientes del mármol, alternaban el trabajo en los talleres con el de las tierras de labor. En el taller trabajaban como marmolistas o cincelistas. Eran “Piches” según el lenguaje usual de la zona. Su trabajo se valoraba como más cómodo, si bien se ganaba menos que en la cantera. El cantero se sentía superior a los “piches” hasta el punto de que si en una familia se comprobaba que un hijo no servía para cantero, se consideraba una auténtica tragedia. 
Los padres decían… ¿y que va a ser de este hijo?
La dependencia de un salario regular y en dinero, que les liberaba de las ataduras y servidumbres del campo con sus ingresos irregulares, afirmó aún más a los canteros frente a sus convecinos, lo que no siempre fue apreciado por estos como un rasgo positivo de los para ellos orgullosos macaleros. Las mujeres de Laroya siempre criticaron a las de Macael por no trabajar como ellas, que lo hacían en el campo: “Andaban todo el día en sus casas, esperando que llegara el marido con la paga; eran unas flojas”. Los varones de Olula achacaban a los macaleros ser altaneros en exceso, sobre todo en las fiestas patronales de la Comarca: “Aquí venían tirando duros contra el suelo, para demostrar que ganaban”
Con ello las fiestas patronales extendían la ostentación natural de cualquier acto festivo a la conflictividad territorial-profesional.
Hay que señalar también que en Macael se daba la dualidad mármol-agricultura: “En invierno en la fábrica; en el verano en la tierra y en la cantera”. Era así, porque en invierno había agua suficiente para aserrar en las fábricas y cuando ésta escaseaba con la llegada del estío y no funcionaban las fábricas había que tirarse a la tierra o a la cantera. Aquí, recuerdan los más ancianos que en verano los hombres marchaban del pueblo hacia otros lugares para ejercer la tarea agrícola de la siega. 
Mientras tanto, “las mujeres subían a las canteras a echarles agua a las cuñas de madera, que se utilizaban para romper el mármol, para cuando volviesen los hombres”
En actas municipales consta que durante el verano no se podía reunir el Cabildo por encontrarse muchos de sus miembros en la siega. También era corriente que muchos canteros además de su trabajo en la cantera, regentaban algún “bancalillo” donde cultivaban a la vuelta del trabajo productos para el consumo doméstico de la familia.
En épocas de “crisis” más recientes hay que constatar que el cantero que en Macael no tenía trabajo aprovechaba sus conocimientos encontraba pronto empleo en otros lugares de la geografía española.
Se recuerda que entre los años 1.943-1.945 muchos macaleros emigraron a Madrid para trabajar en “El Valle de los Caídos”, en Barcelona para continuar la construcción de la “Sagrada Familia” (Aún sin terminar), El Hospital Clínico de Granada. Pero la experiencia para los nuestros no fue totalmente satisfactoria. En muchos de estos lugares se trabajaba la piedra causándoles la temida silicosis. Tampoco se adaptan a muchos trabajos a realizar bajo tierra. Estas circunstancias les hizo pensar en la bondad del trabajo de sus canteras de Macael por lo que poco a poco retornaron a sus orígenes alegando que: “El mármol es más difícil de trabajar que la piedra, porque hay que trabajarlo al hilo” pero lo preferimos.



Juan Sánchez-ABRIL-2.015