OLULA DEL RÍO
Comarca

LAROYA:
“La morisca de Laroya que fue reina y señora de Perú”

• El doctor CARLOS BALLESTA ha rescatado la trepidante historia de BEATRIZ de SALCEDO, la morisca que nació en el REUL BAJO (LAROYA), que viajó en la expedición comandada por FRANCISCO PIZARRO que conquistó el PERÚ, y que tras su boda con el veedor GARCÍA de SALCEDO, se convertiría en la mujer más poderosa del país.

Antonio Fernández
La Voz de Almería
31/08/2.015


ACLARACIONES:
1.-Veedor: Hombre que tenía distintos cargos de inspección y encargado además de comprobar si las actuaciones de conquista eran conformes a la ley u ordenanza.
2.-Agradecer a Carlos Ballesteros la prospección histórica que le ha llevado a descubrir que Beatriz de Salcedo era oriunda de la misma aldea que me vio nacer hace 67 años. REUL BAJO-Laroya. (Almería)

                                                      ****
Una morisca almeriense nacida en el “Reul Bajo” (Pedanía de Laroya), jugó un papel protagonista en la conquista del Perú, un país nacido tras la incursión de Francisco de Pizarro y de Almagro.
Su nombre real es todo una incógnita por cuanto la mayor parte de las moriscas que participaron de alguna forma en las expediciones solían cambiarse el nombre para no delatar su origen musulmán. En los libros de las conquistas aparece directamente como Beatriz, que pasaría a llamarse Beatriz de Salcedo tras casarse con el veedor García de Salcedo, veedor del Perú nombrado por Pizarro.
Una vida difícil para Beatriz. Eran tiempos en que la convivencia con los cristianos se tornaba peligrosa. Vio morir a sus padres y a la mayoría de sus siete hermanos en una incursión de las tropas de los Reyes de Castilla y tuvo que pelear por su existencia.
Aunque no está documentado, se da por seguro que consiguió embarcar en los barcos de la expedición comendada por Pizarro y Almagro que tenía la misión de llegar a los Andes y conquistar aquellas tierras para la Corona española.
Una larga travesía en la que fue enrolada como “soldadesca”, una de las mujeres que formaron parte de las expediciones. Viajaban como prostitutas al servicio de los conquistadores y se las conocía como “esclavas blancas”. Previamente había sido capturada como esclava en las montañas del Reino de Granada en el entorno del norte de Almería o del sur de Granada.
El viaje al Perú, los avatares de la conquista, y tras ser liberada de su condición de esclava, mostró la auténtica fuerza de una mujer que fue definida como “de excepcional belleza” que, valiéndose de su inteligencia y un fuerte carácter, llegó a convertirse en la mujer más poderosa del nuevo país.
El veedor García de Salcedo decidió hacerla su compañera y compartió con ella el mando de aquellas tierras. Su papel en aquella conquista y en el asentamiento del Perú fue de tal importancia que finalmente García de Salcedo decidió casarse con ella, darle de esta forma sus apellidos, y poner en sus manos la enorme fortuna acumulado con el paso de los años en esas tierras.
Llegada desde una situación de exclusión en su Laroya natal, entendió y empalizó con los indios que poblaban el territorio conquistado, conviviendo con las mujeres del emperador inca Atahuelpa tras su captura y posterior asesinato. Esta cercanía le permitió conocer a fondo los secretos y las costumbres de los habitantes del protectorado y, por tanto, convertirlos en aliados en lugar de sus enemigos.
Es una muestra más de la inteligencia de Beatriz de Salcedo, que de esta forma fue ganando posiciones tanto entre los conquistadores y nuevos señores del Perú, como entre los propios habitantes del nuevo mundo. Era Beatriz una mujer de fuerte carácter, labrado a golpe de reveses; y fue ese carácter lo que la convirtió en una de las personas con mayor poder y más respetadas de la época.
La morisca de Laroya se convertiría en la mujer con más poder del Siglo XVI en cierto modo gracias a las normas que regían en la conquista del nuevo mundo, ya que la ley impedía a los oficiales reales (y su marido lo era) comerciar o disponer de empresas. Así que Beatriz de Salcedo tomó las riendas de los negocios de su marido, García de Salcedo y supo constituir sociedades y empresas que le permitieron controlar el comercio y el poder de aquel vasto imperio, incluso con el apoyo explícito e implícito del propio emperador Carlos V, según recoge en su novela Carlos Ballesta, narrador de la historia de la bella morisca de Laroya.
El caso de Beatriz de Salcedo es probablemente único en la conquista de América puesto que a pesar de su condición de morisca (así la apodaban muchos de los españoles llegados en las primeras expediciones) se le permitió el título de “doña” y estuvo presente en los hechos históricos que conforman el nacimiento de Perú como nación.
De hecho fue la primera española “oidora” de la Cordillera Andina, la única mujer que estuvo presente el 18 de enero de 1.535 en la fundación de la Ciudad de los Reyes, la que sería posteriormente rebautizada como Lima, capital del Perú. El historiador norteamericano James Lockhart afirma que el caso de Beatriz es paradigmático, “un claro ejemplo de la participación de las esclavas blancas, de origen morisco, en la verdadera conquista del Perú”.
De su muy destacada posición en aquellos tiempos habla el hecho de que en el año 1.534, ostentando ya un gran poder, Beatriz de Salcedo se desplazó hasta la localidad de Jauja, la capital de la Gobernación de Pizarro, para ser la madrina de la hija que Francisco Pizarro tuvo con la india Inés, a la que tomó como compañera. La niña se llamó Francisca y los documentos de la época señalan como madrina a la almeriense.
La influencia de Beatriz de Salcedo ha perdurado a través de los siglos y hasta hoy en día en Perú se sigue comerciando con el “trigo Beatriz de Salcedo”, para identificar el de más alta calidad, y es que se atribuye a la de Laroya como la responsable de introducir el cultivo del trigo en aquellas tierras a partir de algunas semillas que llegaron a América.
También la moda recibió la influencia de Beatriz y de su origen musulmán; en Lima es popular desde entonces una vestimenta que se conoce como “las tapadas de Lima”, una especie de hábito que cubría hasta la cabeza, dejando entrever únicamente un ojo, una moda con un claro estilo musulmán.
Esa influencia pervive en otros elementos como patios, zaguanes,, rejas, balcones y otros adornos que vienen desde el Siglo XVI y que presentan una clara inspiración en costumbres árabes.
La conquista del Perú, definitivamente, no fue sólo una cuestión de hombres.


Juan Sánchez-SEPTIEMBRE-2.015