miércoles, 6 de mayo de 2015

"VALLE MEDIO DEL ALMANZORA" Paraiso perdido.

OLULA DEL RÍO
Comarca

“EL VALLE MEDIO DEL ALMANZORA”
El paraiso perdido

Fragmento de: “Camino del desierto”
Autor: Don Martín García Ramos.

Don Martín en su aproximación y comprensión de nuestro paisaje, une armónicamente componentes naturalistas y humanistas, en los que hombres y mujeres se convierten en protagonistas del relato mediante su vivir desviviéndose. Todo captado con sensibilidad, pero de manera precisa,, mediante una prosa vivida, clara e intensa. Al implicarse nuestro autor, en el Medio Ambiente la integración de elementos físicos y humanos puede traspasar, y traspasa, la barrera de lo externo, para adentrarse en la mentalidad, las creencias y devociones de los hombres y mujeres del Valle Medio del Almanzora:
“En el silencio gris de la mañana, se escuchaba el canto de los ruiseñores que habían hecho sus nidos entre los zarzales de la ribera del río. Sobre la loma verde, unos niños volaban sus cometas y soñaban con subir también ellos por aquel cielo azul para marcharse a otras tierras en las que fuera más fácil la vida, en las que tuvieran, para siempre, condenados a morir de sed, como lo están las plantas que cultivan y los animales esqueléticos que comparten con ellos el hambre. Porque sería hermoso vivir en una tierra que recibiera la suave caricia de la lluvia en la estación oportuna, sin estar bajo la amenaza inesperada del diluvio particular que, cada quince o veinte años, después de una sequía interminable, viene a llevarse a la mar las mejores tierras del valle para que sirvan de lecho sepulcral a los muchos hombres que se ahogan en cada una de estas inesperadas inundaciones, para irse también hacia la mar, que es el morir”
“Tierra sin agua, tierra sedienta y calcinada por el sol. ¿Sería posible que, algún día, aquellas tierras cenicientas recibieran la bendición del cielo y la caricia del agua?¿Tendría algo que ver la pobreza de su tierra abrasada de sed con la manera de ser de sus paisanos?¿Cómo era posible que aquel valle, cantado por los poetas árabes como un lugar paradisíaco, hubiera llegado a convertirse en una antesala del desierto?¿Dónde estaban ,ahora, los bosques que poblaban antaño las laderas de la Sierra de Filabres?¿Cómo era posible que la gente de Lorca hubiera arrebatado en el saqueo de un solo pueblo, el de Cantoria, más de quinientas vacas y dos mil ovejas? Ahora no podría reunirse esa cantidad de ganado entre todos los pueblos del valle. ¿Qué había sido de Lanteyra, el Bros, Aldeire, Serena, Teresa, y tantos otros pueblos citados en los Libros de Apeo, escritos después de la rebelión y castigo de los moriscos y de los que no queda nada, ni el más mínimo recuerdo?”
“Algún día -pensaba- volverían a levantarse los verdes pinos en la falda de la sierra, desde Lúcar a Bacares, desde Serón hasta Olula; cantaría el agua entre las piedras y rocas del blanco mármol de Macael y bajarían los arroyos y las ramblas de la montaña, cargados de agua clara para conseguir que el valle fuera de nuevo “un lugar de delicias que no existen en el paraíso eterno”, como dijo el poeta Ben Safar Al-Mariní, y la aldea de Almanzora volvería a ser lo que fue cuando los Reyes de Granada abandonaban temporalmente las bellezas de la Alhambra y los encantos del Generalife , para venir a morar aquí, como sitio real de moros que era”
Ahora es, tan sólo, una tierra sedienta, una tierra sin agua, quemada por el sol y azotada por el viento de poniente, tierra arrebatada por el Soberbio Almanzora cada ocho o diez años, cuando el río se sale de madre y destroza todo lo que encuentra a su paso. ¿Qué hemos hecho en 500 años para perder “El Paraiso”?



Juan Sánchez-MAYO-2.015

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