OLULA DEL RÍO
Comarca

COMARCA:
“El hacha terrible del fundidor”

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ALMERÍA HECHA A MANO
Juan y Jesús García Latorre
Fundación Cajamar

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Antonio José Navarro y Simón de Rojas Clemente muestran ya a finales del siglo XVIII y principios del XIX su preocupación porque las grandes masas forestales de los Filabres sufren la presión agrícola y ganadera. Era el principio del fin que amenazaba las inmensas masas de encinas, pinos y alcornoques. Bosques tan abundantes especialmente en la ladera Norte que bajaban al río Almanzora, en los términos de Macael, Sierro, Laroya, Bayarque, Bacares y Serón.
“Otra riqueza de Macael y Laroya eran los muchos puercos que criaban con la bellota, la cosecha de este fruto ha faltado ya algunos años y, por consiguiente, la cría de cerdos. También se criaban en Macael grandes manadas de lanar y cabrío que desaparecieron ya porque las “labores” han estrechado el monte y éste ha ido a menos”
“En Macael -escribe Simón de Rojas- tienen mucho pinar, que es de carrasco”. En Bayarque, según el “Catastro de Ensenada”, aún tenían a mediados del XVIII, además de 200 fanegas de pinar (100-120 Hectáreas), 500 fanegas de “montes de encinas del común”, es decir, de propiedad comunal (unas 250 Hectáreas), que producían anualmente 2.000 fanegas de bellota y 1.000 cargas de leña. En Laroya el “Catastro” registra 400 fanegas de encinar (unas 250 Hectáreas) que, en parte, estaban “entre labores”, o sea, parcialmente cultivadas de cereales:
“El monte alto…contando el que se alla entre las labores, abrá unas quatrozientas fanegas de tierra y de monte vajo abrá como unas cien fanegas…”
El “Inventario” de la marina de 1.759 anota 31.400 encinas en el término de Laroya.
El “Catastro”, en el volumen dedicado a Serón, el mayor de los municipios de los Filabres occidentales, dice:
“…ai montes de pastos, de encinar, pinar y pinos donzeles y carrascos y éstos son inútiles…”
Las cifras que ofrece -sospechosamente bajas- son de 1.000 fanegas de encinar (600Hectáreas) y 100 de pinar (60 Hectáreas). El “pino doncel” es el pino piñonero, del que sólo hemos encontrado referencias en esta zona de la sierra y el Alto Almanzora. Cien años después, un Inventario del Siglo XIX asigna 133.393 encinas a Serón. Todavía estaríamos ante un bosque importante.
En toda la Sierra de Filabres las parcelas cultivadas de calidad inferior y más alejadas de los pueblos aparecen, con frecuencia, en el Catastro de Ensenada como claros abiertos recientemente en medio del bosque y, a veces, contienen en su interior gran cantidad de encinas y pinos.
“una pieza de secano de quince fanegas…en el pago de Cáliz…con seis fanegas que no siembran por ser peñascar y montarla inútil por naturaleza Contiene en su extensión diez pinos donzeles y ciento treinta pinos vordes inútiles”. (Serón).
“una pieza de tierra de secano en el pago de Buenatia, distante del pueblo tres leguas…Su cabida cincuenta fanegas… contiene ochocientas enzinas comunes útiles” (Serón).
“Una pieza de tierra de secano de catorze fanegas… seis no se siembran por ser peñascar…contiene ciento i cincuenta enzinas comunes” (Bacares).
En el Siglo XVIII era habitual que “sus excelencias”, los señores feudales, ya no encontraran forasteros dispuestos a arrendar los pastizales en los señoríos de los Filabres. Entonces los aprovechaban gratuitamente los vecinos:
“…hace años que no arriendan y los disfrutan los vecinos sin pagar nada”. (Tahal).
La fauna silvestre de los Filabres debió verse muy afectada por el crecimiento de la superficie cultivada y de la población, pero aún subsistía una buena representación de la misma. Antonio José Navarro pudo comprobarlo en sus “expediciones” a la sierra.
“Antes de ahora había en la sierra corzos y cabras monteses, hoy está muy desmontada y hollada, pero no faltan lobos, zorras, conejos, liebres, gatos zervales, gatos monteses, turones, garduñas, hardillas y en el río se encuentra la gineta o geneta”.
La parte occidental de los Filabres en el entronque con la Sierra de Baza era la más deshabitada y donde se encontraban los mayores bosques. “Lo que más paraba mi atención -escribe Simón de Rojas- era verla en su mayor parte muy poblada de pinos y encinas”. El “Inventario” forestal de la marina enumera un millón y medio de pinos y casi dos millones de encinas. También era aquella la zona forestal de la sierra con más fauna forestal y, entre otros muchos animales: corzos, linces, cabra montés, lobos…, todavía estaba allí la nutria a finales del Siglo XVIII.
De nuevo es Antonio José Navarro quien nos lo cuenta:
“Venados, corzos, cabras monteses; entre los carnívoros, omitiendo los lobos y zorras, por desgracia muy comunes, se cuenta…el gato cerval, el linze, que en estos pueblos llaman el gato de clavo. Es aquí mayor de lo que han dicho los naturalistas, pues no sólo excede el tamaño de las zorras, sino que algunos llegan al de un perro perdiguero. Su hermosa piel, los pincelillos montados sobre sus orejas, la cola corta, le dan un carácter particular y una figura agradable. Es carnívoro, pero huye del hombre y de los perros; si las manchas de su piel estuvieran mejor terminadas parecería una pantera pequeña.
La gineta se encuentra en las inmediaciones de los ríos y arroyos.
La nutria no es rara y abundan las garduñas y comadrejas, turones, texones, herizos, etc.”
Como podemos observar por estos informes han bastado dos siglos para que hayamos destruido el “paraiso”. Y el proceso continúa a día de hoy. Hombre y Naturaleza vienen siendo incompatibles desde el principio de los tiempos. Esta equivocada filosofía nos llevará, si no actuamos ¡ya! a poner en peligro la vida en el querido planeta Tierra. Ya no tenemos la flora y fauna pretérita. Ahora envenenamos el agua, el aire y la tierra. ¿Qué será de los humanos cuando no podamos vivir aquí?????.


Juan Sánchez-NOVIEMBRE-2.015