OLULA del RÍO
“Los SERRANO, Señores de OLULA y URRÁCAL, desde 1.564 hasta 1.750”
El Ducado de Medinaceli es un título nobiliario creado por la reina Isabel la Católica en las Capitulaciones de 1.488 a favor de Luis de la Cerda y de la Vega. También es obsequiado este noble con lo que se llamaría el “señorío de Urracal y Olula del Río” de mano de los Reyes Católicos en agradecimiento a los servicios prestados a la corona durante la expulsión del infiel morisco de Granada. El objetivo último de los Reyes Católicos era emparentar con la hija del Duque (procedente de la nobleza francesa), con la nobleza española y conseguir nuevas haciendas y posesiones allende las fronteras ya ampliamente dilatadas en el tiempo y en el espacio. Cuando muere el Duque de Medinaceli (Luis de la Cerda), el Ducado y el señorío vuelven a formar parte de los bienes de su real majestad Felipe II. En 1.560 la Corona capitaliza este señorío y otros bienes del reino. Olula y Urrácal, patrimonio alejado de los centros de poder, pasa a manos de Don Miguel Serrano previo canon establecido para su apropiación. La corona seguía cobrando del señorío algunos impuestos. También recaudaba rentas señoriales Miguel Serrano de nuestros dos municipios por lo que la presión contributiva tenía agobiados a los vasallos lugareños que estaban sometidos a doble tributación (Al rey y al Señor).
La Corona allá por 1.578 estaba pasando por tremendos agobios económicos: La Hacienda arruinada por los gastos en las guerras imperiales; el luteranismo despertando en Alemania y el ejército otomano presionando ya a media Europa. Para hacer frente a tantos gastos, el pueblo soportaba cada vez mayor presión fiscal y Felipe II únicamente dependía de las remesas de plata que llegaban de América, que no bastaban. Todo ello le hizo forzar la bancarrota del Estado. Procedía pues capitalizar bienes para hacer frente a tanto gasto y en este contexto es cuando los Serrano compran a la Corona los derechos de alcabala (De Olula y Urrácal) por 11.156.250 maravedíes.
Por el año 1.573 empezó a correr el rumor de que los Serrano no eran de condición noble, de que se consideraban hijosdalgo sin serlo. Que eran plebeyos adinerados. Ubeda, Quesada y Villacarrillo se querellan contra Andrés Serrano (Hijo de Miguel) por lo que fue preciso hacer una Ejecutoria de Hidalguía ante la Real Chancillería de Granada concluyendo ésta que por sus tierras yheredamientos, ganados y forma de vivir su condición era la de “noble y principal”.
Miguel se había casado en Segura de la Sierra con Doña María Ortega y allá por el año 1.525 y cambiaron su residencia a Ubeda. Allí nacieron todos sus hijos.
Miguel fallece en 1.569 y heredan el señorío su viuda y su hijo Andrés que mantuvieron siempre una actitud absentista, delegando la practica totalidad de las funciones a través de poderes al gobernador de turno, quien ostentaba la facultad de decisión y la “vara de la justicia”. Todo transcurría sin grandes incidentes entre el señor y los súbditos hasta que en el año 1.578 Andrés Serrano compra a la Corona los derechos de alcabala.
Los vasallos se niegan a satisfacer los pagos referidos a alcabalas alegando los privilegios que la Corona los había anulado en compensación por venir a repoblar el reino de Granada.
A pesar de ello, Andrés Serrano desoyendo las alegaciones palaciegas, en 1.581 se decide a cobrar las alcabalas. Ante la actitud de los vecinos, los delegados del señor, fundamentalmente el gobernador Baltasar Uribe y el escribano Alfonso de Baeza y quizá con el apoyo de algunos soldados, es sobre quiénes recaen todas las acusaciones por el trato duro y violento que ejercieron. Comienzan a molestar a los vecinos, apremiando especialmente a los alcaldes y regidores. El concejo, para defenderse de las exigencias señoriales, comisiona a Cristóbal Oller para sacar a su costa (50 ducados) copias de las provisiones que les dio el rey Felipe II y que se hallaban en Granada, por las cuales se les eximía de pagar alcabalas; se les concedía libertad de edificar mesones y hornos, vender yerbas y guardar sus propios presos para que no se los llevaran a Urrácal. De nada sirvieron los documentos, la Señora Viuda María Ortega y su hijo Andrés Serrano les puso pleito. La compulsión llegó hasta tal punto que algunos pobladores: Juan López, Cristóbal Oller, Ginés Sánchez y Ginés Gascón se vieron obligados a huir estando ausentes por el campo entre 2 y 4 meses sin entrar en Olula. Varios sufrieron prisión como Francisco Tortosa. A los huídos “los traían cogidos hasta que entregaran las provisiones que habían de pagar”.
La postura coactiva y de fuerza del gobernador y del escribano acabó por doblegar la decisión de los pobladores, de modo que por estar cansados de las continuas molestias y para poder vivir en paz en el lugar, accedieron a la firma de un documento en noviembre de 1.581, por el cual se obligaban ellos, sus herederos y sucesores en las suertes de población a pagar la alcabala a los Serrano, y renunciaban a sus derechos sobre hornos, yerbas, presos, etc. En la carta de obligaciones admiten “aberle hecho agobio a la dicha Sra María Ortega en aberle contradicho la cobranza de las dichas alcabalas y lo demás concedido en nuestro fabor”, reconocen “unánimes y conformes de nuestra libre agradable voluntad sin premio ni fuerça alguna” que Doña María Ortega y su hijo Andrés “gocen de los dichos estancos, yerbas, meson, hornos e todo lo demas…” y afirman que “quieren pagar” 19 ducados y medio cada año en dos veces (día de Navidad y día de San Juan) en concepto de alcabala. Como garantía de tal pago hipotecaban sus casas y haciendas, de manera que en adelante las suertes se traspasarían con este gravamen.
Todavía a mediados del siglo XVIII la villa de Olula pertenece a un descendiente de los primeros Serrano; a Don Diego Manuel Mesía Serrano (Correxidor de la Ciudad de Murzia) quien sigue cobrando de sus vasallos las mismas rentas que sus antecesores.
L. Puche y Juan Sánchez 2.014
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